Un piso con vistas al Guggenheim con tonos neutros, estilo ecléctico y recuerdos de viaje

Un piso con vistas al Guggenheim con tonos neutros, estilo ecléctico y recuerdos de viaje


    Aunque la obligación de una revista de decoración sea fundamentalmente hablar del interiorismo, en este caso tenemos que hacer una excepción. La mirada se nos escapa, nos sentamos en la terraza y, como en una impresionante postal, el museo Guggenheim de Bilbao nos muestra sus pliegues y ondas de titanio. La interiorista Iztiar Echebarria también sintió esta llamada a la contemplación, por lo que, admite, su trabajo se rindió ante «las verdaderas protagonistas del piso: las vistas».

    La vivienda, por dentro, no tenía ningún elemento de valor que fuera interesante conservar. La reforma fue total: la anterior distribución era convencional, muy compartimentada, y los materiales, básicos y sin interés, por lo que en la transformación se articularon todos los espacios bajo conceptos más actuales, abiertos y diáfanos, dejando, indudablemente, que mandasen la orientación hacia la ría y la panorámica de la colosal obra de Frank Gehry.

    un piso con vistas al guggenheim con tonos neutros, estilo ecléctico y recuerdos de viaje
    Sobre el banco Barcelona, de Mies van der Rohe, un cuadro adquirido en una galería parisina. La mesa de centro es un diseño del estudio de Itziar Echebarria en acero y madera recuperada.

    Montse Garriga

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    Blanco y gris marcan una decoración sobria y elegante, animada por ligeros toques de color. Tras las butacas, de Ecart International, en haya y piel, una pareja de sillas de peluquería de los años 70 flanquean una cómoda de hierro patinado. La alfombra es de Pappelina.

    Montse Garriga

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    Los propietarios cuentan con una interesante colección. Encima de la cómoda de hierro, una fotografía firmada por Romeo Nicoloso.

    Montse Garriga

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    La fuerza estética de la librería, formada por cinco módulos del modelo Ramdom de MDF Italia, encuentra su réplica en el armario vasco de castaño del s. XIX. El sofá, con chaise longue, es del sello Living Divani.

    Montse Garriga

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    La alfombra que enmarca el área de la mesa es una pieza artesanal de cuerda teñida. Detrás, en la pared, una composición de cuadros diferentes: serigrafía de Villalta, retrato Art Déco..

    Montse Garriga

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    Pequeñas esculturas y los arreglos florales.

    Montse Garriga

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    El escritorio Leonardo, de Zanotta, con patas de caballete en madera de haya y sobre de vidrio, se utiliza también como mesa de comedor. Sobre él, esculturas de Haizea Merino. Las sillas son de la firma Thonet.

    Montse Garriga

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    Vista del Museo Guggenheim, impresionante, desde la terraza del piso. La interiorista Iztiar Echebarria nos explica que su trabajo se rindió ante «las verdaderas protagonistas del piso: las vistas».

    Montse Garriga

    Una vez fijado el objetivo principal del proyecto –la perspectiva del museo–, todo giró en torno a él, no solo en la distribución, sino, por ejemplo, también en las tonalidades usadas. Las planchas de metal que revisten el Guggenheim parecen obtener su réplica en el interior de la casa, en las tapicerías grises, la pintura de las paredes y los toques metalizados de algunos muebles. Itziar Echebarria buscó conceptos simples, equilibrados y armónicos marcados por el blanco, presente en la mayoría de paramentos y en el suelo, revestido de un pavimento continuo de resina. El mobiliario básico es de diseño funcional y actual, salpicado por piezas de diferentes épocas que enfatizan el eclecticismo estético buscado. Las obras de arte y detalles étnicos, adquiridos en viajes, ponen, a su vez, un soberbio broche cosmopolita y muy personal.

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    La mesa de comedor, en madera de pino y sobre de cinc, es una pieza antigua de estilo victoriano. Delante del gran póster de homenaje al café, un carrito auxiliar del sistema Metro de Wikinsa.

    Montse Garriga

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    En la cocina manda el color gris topo con el que se han pintado paredes y techo, en contraste con el mobiliario blanco y la fotografía king size que preside la zona de trabajo.

    Montse Garriga

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    El techo, pintado de oscuro, se acerca visualmente, matizando así la sensación de estrechez. Además, lleva unos focos empotrados que iluminan los cuadros, que descansan en una repisa en la pared. La alfombra es de la firma Pappelina.

    Montse Garriga

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    La interiorista ideó un mueble cabecero flanqueado por armarios. Las lámparas son de Piet Boon y como elemento de apoyo se optó por la célebre mesa de Eileen Gray, que edita ClassiCon. La alfombra es de Ruckstuhl.

    Montse Garriga

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    El cuarto de baño conecta con el dormitorio gracias a los paneles de vidrio que sustituyen algunas de las paredes. El lavabo, de mármol, descansa sobre un mueble realizado en teca listada.

    Montse Garriga

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    El dormitorio infantil se ha decorado con una sugerente línea retro, marcada por la cama vasca del s. XVII en madera de nogal.

    Montse Garriga

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    Una sucesión de armarios-espejo multiplica la luz y el espacio, animado con puntuales notas fucsia.

    Montse Garriga

    Ideas de la interiorista: Iztiar Echebarria

    – Base neutra cien por cien: Suelos de resina en blanco, paredes también blancas o en gris topo… Los espacios se han tratado como una gran caja sencilla y sin estridencias que evidencia el respeto hacia las vistas sobre el Guggenheim. Para caldear el ambiente, se introdujeron contados toques de color –fucsias, naranjas…– y maderas nobles.

    -Iluminación estratégica: Se ha resuelto combinando lámparas de sobremesa y pie que crean una atmósfera muy íntima y se completa con una luz técnica a base de focos orientables, en su mayoría dirigidos a las obras de arte. En los techos donde fue posible, se instalaron luminarias empotradas, como en la cocina o el pasillo.

    Realización: Mercedes Díaz de Rábago



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