Una ruta fuera de temporada por los pueblos de Ibiza

Una ruta fuera de temporada por los pueblos de Ibiza


Es otra isla. Cuando se apagan las luces del verano, tras el éxodo de los turistas que aprovechan hasta el último día de sol del otoño, y acalladas las campanadas del Año Nuevo, Ibiza recupera a una calma que muchos creían perdida.

Y ese sentimiento de relax y tranquilidad es más auténtico en Santa Eulària des Riu, uno de los cinco municipios de la isla blanca, que en invierno ofrece algunas interesantes alternativas para desconectar.

Además de la localidad de Santa Eulària el municipio está integrado por los núcleos de Sant Carles, Jesús y Santa Gertrudis.

Ya sea en coche en una o dos jornadas, o poniendo a prueba la resistencia de las piernas en bicicleta, se puede hacer una ruta circular rescatando los principales atractivos históricos y culturales de estos parajes.

Molino de Puig d’en Valls. Foto Turismo de Santa Eulària des Riu

Puig de Missa

El punto de partida, sugieren en Turismo de Santa Eulària, es el Puig de Missa, una iglesia considerada el símbolo de municipio, y que fue la piedra angular en torno a la que creció la localidad.

Las iglesias de la costa parece más fortalezas que templos, diseñadas para evitar las incursiones de piratas y otros invasores

Puig de Missa en Santa Eulària – Foto Promoción Turística de Ibiza

Ubicada en una colina a 52 metros de altura, es un excelente ejemplo de iglesia fortificada ibicenca, construida en las ruinas de un templo arrasado por piratas en el s.XVI.

Además de contemplar las panorámicas de la costa, el río y las colinas vecinas en la visita hay que ver el bonito retablo barroco proveniente de Segovia. Y luego, bajar a las calles declaradas Patrimonio Pintoresco en 1952.

Can Ros

Basta caminar 200 metros desde esta iglesia y se llega al Museo de Etnografía de Ibiza.

Can Ros es una casa de payeses de 300 años que permite conocer cómo era la vida rural de la isla y la particular arquitectura popular de los campesinos, que ha fascinado a profesionales como Le Corbusier, Erwin Broner y Josep Lluís Sert.

No pierdan de vista la curiosa prensa para elaborar vino en una cavidad abierta en la roca viva.

Can Ros. Foto Turismo de Santa Eulària des Riu

Molí de Dalt

Otro testigo de la historia local es el cercano Molí de Dalt, uno de los cuatro molinos que existieron en Ibiza dedicados a moler granos, lo que aportó una bonanza económica al pueblo.

Restaurado en 2011 tras cuatro décadas paralizado, se puede conocer su funcionamiento y cómo se complementaba con el sistema de canales y acequias que traía agua desde el río Santa Eulària.

Pont Vell

Si se sigue la senda peatonal de la Ruta del Río se llega al Pont Vell, donde se descubren antiguas huertas y varias leyendas en la vegetación ribereña, como las que asignan al diablo la construcción del puente de piedra de 88 metros, que en realidad fue levantado en el siglo XVIII.

Pont Vell. Foto Turismo de Santa Eulària des Riu

Ibiza está plagado de leyendas, como la del duende fameliar que tiene un hambre tan voraz que es capaz de destruir cosechas enteras

Allí también se dice que vive el duende fameliar, que aparece la noche de cada 23 de junio en la fiesta de Sant Joan, cuando al amanecer se recoge y embotella una pequeña hierba que crece en las arcadas del puente.

Sala Barrau

De regreso a la localidad de Santa Eulària des Riu se puede visitar la Sala Barrau, en el Paseo de s’Alamera.

Dedicada a la obra del pintor historicista y ecléctico Laureà Barrau, sus cuadros son radiografías de la vida en el pueblo y sus paisajes durante la primera mitad del siglo XX.

Salimos de Santa Eulària para poner rumbo, 13 kilómetros más al sur, a la iglesia de Jesús, creada en el siglo XV para los pescadores que vivían fuera de los muros de la vieja Ibiza.

Además de su bonita y sencilla arquitectura en la visita hay que conocer el retablo de Osona, una obra maestra del Gótico tardío consistente en 25 tablas pintadas en 1498, que denotan una clara apertura al Renacimiento.

Es Puig d’En Valls

A pocos minutos en coche se puede conocer al molino de Es Puig d’en Valls, el único de viento de la isla que conserva su maquinaria intacta.

En la isla llegó a haber 40 molinos, y este fue uno de los últimos en construirse. Visitarlo, además de llevarse unas de las imágenes más icónicas de la Ibiza desconocida, es una interesante inmersión a la vida rural de la isla.

Santa Gertrudis

Cerca del pueblo de Santa Gertrudis, en el centro geográfico de Ibiza, se encuentra el curioso Pou de Gatzara, un pozo de agua del s.XVII (o antes) que también servía como punto de encuentro social, e incluso festivo, como eran las fiestas de Sant Jaume cada 25 de agosto.

Ibiza llegó a tener 40 molinos de viendo. El de Es Puig d’en Valls es el único que conserva su maquinaria

Bailes tradicionales frente a la iglesia de Santa Gertrudis

Al llegar a ese pueblo se puede conocer la bonita iglesia de Santa Gertrudis de Fruitera, que a pesar de su austera fachada no tiene la estética de fortaleza de los templos más cercanos a la costa.

Data de fines del s.XVIII, y cuenta con varios detalles curiosos como el retablo original de madera, su pequeño porche y la escalinata exterior que conduce al coro.

Canal d’en Martí

Tras pasar por la Font d’en Atzaró, tradicional fuente de agua donde el 24 de junio se recupera las tradiciones de danzas campesinas, al hacer unos 11 km más en dirección a la costa se llega al Canal d’en Martí.

Este pequeño puerto natural, usado para resguardar las barcas de pescadores y punto de desembarco de las incursiones piratas, esconde fascinantes restos de fósiles marinos, más concretamente de los caracoles Murex brandaris y Murex truncullus, que recuerda la importancia que tuvo Ibiza en la época romana en la extracción de púrpura para teñir tejidos, un material más caro que el oro.

Torre de Campanitx

En este hermoso paisaje costero se adivina la silueta de la Torre de Campanitx o Torre d’en Valls. Construida en 1763, se volvió a levantar en 1846 tras volar por los aires por la explosión de la pólvora guardada en el interior.

En el Canal d’en Martí se pueden encontrar fósiles de caracoles marinos, como los que servían para elaborar la púrpura

Torre de Campanitx. Foto Turismo de Santa Eulària des Riu

En 1982 fue reconstruida en piedra y mortero de cal, y al verla puede llamar la atención que la puerta de entrada está en el primer piso, al que se accedía por una escalera portátil.

Sant Carles de Peralta

La última parada es la iglesia de Sant Carles de Peralta, una sencilla y bonita iglesia del s. XVIII, de la que lamentablemente se perdió gran parte de su riqueza ornamental interior en 1936.

Y para saber por qué estos rincones de Ibiza son tan magnéticos, se puede pasar un buen rato en los bares del pueblo y recordar las palabras de alabanza que tenía el archiduque Luis Salvador de Habsburgo, quien fue uno de los mejores divulgadores de las bellezas de las Baleares a fines del s.XIX.




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