Una ruta por las obras más emblemáticas del estudio RCR Arquitectos

Kenzo Tange, Zaha Hadid, Oscar Niemeyer, Norman Foster, Jean Nouvel… y RCR Arquitectos. El grupo de arquitectos catalán forman parte de un selecto conjunto de ganadores del premio Pritzker, el más prestigioso en arquitectura.

Carme Pigem, Rafael Aranda y Ramón Vilalta se convertían en los segundos españoles galardonados con el Pritzker tras Rafael Moneo reconociendo una trayectoria de 30 años que, al contrario que la de muchos de sus colegas arquitectos, se ha centrado esencialmente en su entorno geográfico, desde su sede en Olot, ciudad en la que fundaron su estudio en 1987.  A continuación, hacemos un recorrido por las obras más emblemáticas de RCR Arquitectos arrancando con un insólito proyecto que, según ellos mismos relatan, les abrió las puertas del éxito profesional. 

RCR Arquitectos, trascender el dogma 

Repensar la profesión, cambiar el foco, observar un proyecto desde otra perspectiva. La innovación en cualquier ámbito solo surge cuando el profesional es capaz de trascender los dogmas, cuando es iluminado por un fulgor que se oculta tras las sombras de lo ordinario.  

RCR Arquitectos trascendieron el concepto clásico de faro para proponer una estructura horizontal que, como una cuña afilada, se adentraba en el mar. Al fin y al cabo, “un faro no es necesariamente una torre, sino una luz a cierta altura”, como afirmó Carme Pigem en un artículo publicado en El Croquis.  

Ese proyecto para el faro de Punta Aldea en Gran Canaria nunca llegó a edificarse, pero RCR Arquitectos mostraron su creatividad y su afán de innovación. Los encargos no tardaron en llegar. Pero Rafael, Carme y Ramón no se dejaron obnubilar por los cantos de sirena llegados de otras latitudes, centrando buena parte de su trayectoria en su entorno geográfico de La Garrotxa, cuya deslumbrante naturaleza forma parte indeleble de su propuesta arquitectónica. 

Ahí están, por ejemplo, los Espacios para el Ocio y la Cultura de Riudaura, la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Gerona o el Estadio de Atletismo y Pabellón de Olot, todos ellos diseñados en la segunda mitad de la década de los 90, proyectos de ‘juventud’ entre los que también se encuentra el controvertido Centro Cívico de Riudaura.  

Finalista del premio Mies van der Rohe en 2001, tuvo que cerrar parcialmente dos años más tarde por problemas estructurales, llegando a desprenderse una placa de hierro en 2013. La definitiva reapertura de la parte superior del edificio está pendiente de una reforma que está prevista finalice en 2023: una demostración de la ardua tarea del arquitecto que no consiste solo en soñar insólitas experiencias espaciales. 

A principios de siglo XXI, RCR diseñaría algunos de sus edificios más icónicos como el restaurante Les Cols, también en Olot. En esta ocasión, el estudio de arquitectura catalán debía adaptar el diseño a la presencia de una casa de payés típica: el resultado ha sido un equilibrio de fuerzas arquitectónicas, entre tradición y modernidad que deslumbra a los clientes. 

El proyecto de Les Cols se completaría con un hotel inspirado en la fisionomía de las huertas: RCR colocó un conjunto de cañas de acero verdes como valla perimetral y paños de vidrio del mismo color generando una estructura acristalada que desmaterializa el espacio conectándolo con la naturaleza circundante del valle del Fluvià y el volcán de la Garrinada. 

Conexión entre interior y exterior, uno de los caballos de batalla de la arquitectura contemporánea, que también está presente en la festiva guardería Els Colors en Manlleu. Por cierto, ¿cuántos ganadores del Pritzker han diseñado una guardería? Bueno, pues RCR han diseñado dos… por el momento: en 2010 finalizaron El Petit Compte en Besalú. 

Un año antes de finalizar este trabajo, su labor volvía a ser reconocido en el Mies van de Rohe. La biblioteca Sant Antoni-Joan Oliver de Barcelona era finalista mientras que también se seleccionaban a concurso las bodegas Bell-lloc: acudiendo al acero corten, uno de sus materiales fetiche, RCR Arquitectos diseñan una estructura que se integra en el paisaje formado por un valle al pie de una montaña protegida compartiendo el horizonte con Paula, una de las esculturas del célebre Jaume Plensa. 

RCR Arquitectos y la redención de la belleza 

Desde que el racionalismo quebrase el estilo con sus propuestas glacialmente funcionales, la arquitectura ha mirado con desdén a la belleza, como si esta no fuera más que una noción trasnochada, olvidando que lo bello no es un adjetivo, ni siquiera una condición, sino que es la razón última que nos impulsa, el puro reflejo de la eternidad, “porque la contemplación de la belleza en sí es el momento de la vida que, más que otro alguno, debe vivir el ser humano”, en palabras de Diotima, la sacerdotisa platonista. 

No sabemos si la arquitectura de Ramón, Carme y Rafael tiene unas raíces tan hondas, pero desde luego apuesta por la belleza, sin obviar, por supuesto, la funcionalidad, pese a que esta sea, según ellos, inevitablemente “efímera”.

Pero además del arraigo y de las miradas interiores, la arquitectura debe tener alas, proyectarse hacia el exterior. Y a pesar de las supuestas reticencias a trabajar fuera de su entorno más próximo, RCR Arquitectos también han diseñado edificios en Francia, Bélgica o Dubái. 

El Musée Soulages de Rodez fue una de sus primeras obras en el país vecino. Dedicado a uno de los precursores del informalismo europeo, este museo apuesta de nuevo por el acero corten, uno de los materiales ya clásicos de la arquitectura más reciente: no solo protege de los agentes corrosivos preservando las propiedades del material, sino que esta superficie aporta unas calidades texturales que no luchan contra el tiempo. Al contrario, se adaptan a él alumbrando esa belleza imperecedera que busca la arquitectura de RCR. 

Nos desplazamos por último a Bélgica para visitar dos edificios más. Por un lado, el impresionante Crematorio de Hofheide cerca de Bruselas, en el que el estudio de arquitectura catalán apuesta de nuevo por la estructura horizontal de acero corten y la integración en la naturaleza que actúa como telón de fondo, como vimos en las bodegas Bell-lloc.

Por su parte, la Biblioteca De Krook se convierte en un balcón a la ciudad de Gante a través de una pila de mesetas horizontales que buscan una conexión directa con el tejido urbano, el cual es reproducido en su interior, como una suerte de ciudad dentro de la ciudad: una nueva muestra de la arquitectura delicada e integradora de RCR Arquitectos.